La mejor ruta de larga distancia del mundo atraviesa Áncash...

y el mundo no lo sabe

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El Gran Camino Inca, explorado por el autor Nick Stanziano (a la izquierda) y su equipo.                                    Fotografía: Rodrigo Cabrera

En busca de un largo recorrido

Con más de 10 metros de ancho, una plataforma de piedras y muros de adobe a cada lado durante su apogeo, hace 500 años, el antiguo camino que recorre la zona oriental de la Cordillera Blanca es lo que el explorador Alexander Von Humboldt llamó en el siglo XIX: "una de las mayores obras públicas de la humanidad". El Gran Camino Inca, también conocido como la Gran Ruta Inca o el Qhapaq Ñan, ha sido desdeñado por el turismo contemporáneo en Áncash y tiene el potencial para rivalizar con uno de los senderos más icónicos del mundo: el Camino Inca hacia Machu Picchu.

El autor de este artículo no solo ha caminado cada kilómetro de este camino desde Cuenca hasta Cusco, sino que ha pasado la última década promoviendo su conservación y demostrando su valor para el desarrollo económico de la región y la diversificación del turismo, más allá del Cusco. Este artículo es una piedra más en este camino, a través de palabras e imágenes, para elevar el corredor incaico en Áncash a su lugar legítimo en la historia y el turismo.

El Gran Camino Inca con su base empedrada de 10 metros de ancho cerca de Baños del Inca.          Fotografía: Rodrigo Cabrera

Hace diez años comencé a investigar, prepararme y, finalmente, a caminar durante 130 días con llamas y un equipo quechuahablante desde Cuenca (Ecuador) hasta Cusco, publicando una crónica diaria del Camino Inca en el siglo XXI. Crecí en Norteamérica, en una comunidad vecina al Pacific Crest Trail, un sendero de larga distancia donde anualmente cerca de mil excursionistas pasan meses caminando desde la frontera de México –atravesando la Sierra Nevada– hasta la frontera con Canadá; y muchos miles más que recorren tramos más cortos. La comparación con el Camino Inca a lo largo de la espina dorsal de los Andes es ineludible, sin mencionar los otros incontables senderos de larga distancia que existen en todo el mundo, por donde caminan decenas de miles. Así como mi devenir californiano-peruano se mezcla en mi vida, también lo hicieron estos dos grandes caminos: uno en Norteamérica, conocido en todo el mundo, y el otro en Sudamérica –cruzando Áncash–, desconocido por el mundo moderno.

 Lo que inicialmente era una búsqueda de exploración, meditación y escritura, se convirtió en el viaje de una vida, que persiste en nichos del sector turístico internacional y en un pequeño grupo de personas y organizaciones, tanto privadas como públicas, que cree que el Perú necesitará este antiguo corredor para surcar su futuro. 

Turismo cultural versus de aventura

Después de mi largo recorrido, mi equipo y yo nos sumergimos inmediatamente en traer excursionistas internacionales a las secciones más monumentales y preservadas, en aventuras de varios días completamente asistidas. Especialmente, desde Tambo de Soledad, en el distrito de Huacchis, Áncash, caminando 150 kilómetros hacia el sur, atravesando Huánuco Pampa y llegando hasta Huarautambo –todos sitios incas de importancia–, en la frontera con Pasco.

La fuente que sale de la roca en Haurautambo, un importante sitio inca en la frontera de Pasco.              Fotografía: Rodrigo Cabrera

Cinco años después, medios como National Geographic y la BBC habían notado el potencial del camino para el turismo cultural y de aventura, mostrando un ángulo diferente de lo que se conoce académicamente en el Ministerio de Cultura y la UNESCO como el Qhapaq Ñan, es decir, el sistema vial completo. El Gran Camino Inca, como lo llamamos, ayuda a simplificar y enfocar —para su promoción y conservación— el núcleo y corazón de este sistema vial precolombino que abarcó más de 30 000 kilómetros y sucesivas culturas.

En lugar de una disertación sobre cómo las sociedades peruanas se conectaban en comunicación y transporte desde la costa hasta la Amazonía, este artículo busca cómo ayudar –específicamente a Áncash– a desarrollar un turismo sostenible, con inversiones a lo largo del Camino Inca y con otras inversiones importantes como la reapertura del aeropuerto de Anta y la mejora de opciones de alojamiento e infraestructura vial. Los proyectos turísticos que promuevan el turismo cultural y de aventura en la región pueden transformar su futuro económico.

El puente inca original de Haurautambo, en la frontera con Pasco.                                                         Fotografía: Rodrigo Cabrera

La ventaja de Áncash

A diferencia de las cumbres nevadas y lagunas turquesas de las laderas occidentales de la Cordillera Blanca, caminar por las laderas orientales ofrece una experiencia diferente. Aquí, los viajeros encuentran suaves pasos llenos de ichu y comunidades indígenas poco visitadas. Estas interacciones brindan una visión de otro mundo: una continuación de la cultura inca que se extiende desde Cusco a lo largo de este corredor.

Esto representa una oportunidad única para empresas y viajeros que buscan experiencias fuera de lo común, mientras apuntan a un mercado de mayor presupuesto. Los viajeros culturales adinerados, en particular, dejan un mayor impacto económico por visita que los turistas de aventura extrema. Mientras Cusco atrae a viajeros adinerados por Machu Picchu, su verdadera fortaleza radica en cómo aprovecha sus activos culturales. Los visitantes generalmente pasan varios días participando en actividades culturales: recorridos arqueológicos, demostraciones de tejido, visitas a hogares tradicionales y experiencias gastronómicas, más allá de un solo día en Machu Picchu.

El Gran Camino Inca se acerca al pueblo de Andahuaylas, cerca de Huarautambo.                            Fotografía: Christian Declercq

Con LATAM ahora conectando Áncash con Lima y Cusco, a través del aeropuerto de Anta, la región tiene la oportunidad de atraer un mercado turístico más sofisticado. Al aprovechar la marca "Camino Inca", Áncash puede posicionarse como un destino para el turismo cultural, complementando su enfoque existente de actividades de aventura.

Un camino al presente y al pasado

 La sección de 150 km del Camino Inca en la que nos enfocamos es un corredor para visitar ya sea caminando, en vehículo o a caballo, e incluye Chavín de Huántar, sitios arqueológicos como Huarautambo, Tambo de Soledad, Huánuco Pampa, Lauricocha y Huarautambo. Asimismo, los viajeros no necesitan comprometerse a caminatas de varios días; estos sitios pueden visitarse individualmente, integrados en itinerarios más amplios alrededor de Huaraz y diversificando la oferta turística de Áncash más allá de las caminatas glaciares llenas de adrenalina y cervezas artesanales.

La entrada principal (Punku) de Huánuco Pampa. Hay monos en las esquinas superiores de la puerta, lo que refleja la conexión del sitio como punto clave de entrada a la región amazónica. Fotografía: Christian Declercq

 A medida que los viajeros internacionales envejecen, ocurren dos cosas inevitables: buscan experiencias más suaves y tienen más propensión a gastar en comodidad. Un ecosistema turístico diversificado en Áncash es aquel que atrae a viajeros de ambos extremos del espectro. PromPerú ha estado invirtiendo en diversificar el visitante internacional más allá de Machu Picchu, "desmachupicchuzando" el turismo del país, con campañas que equilibran calidad sobre cantidad de visitantes.

Este esfuerzo y las tendencias en desarrollo brindan una oportunidad única para que Áncash aproveche la marca "Camino Inca" para atraer a un viajero cultural más sofisticado y de mayor valor. Si bien requerirá interés y esfuerzo de las organizaciones turísticas regionales para capacitar guías, desarrollar la capacidad operativa de operadores locales y ejecutar campañas promocionales, el beneficio será un camino más sostenible para el desarrollo turístico en las próximas décadas.

Fotografía: Christian Declercq

El legado de los senderos de larga distancia

 En 1903, un naturalista, escritor y filósofo llamado John Muir, atravesó lo que hoy es el corazón del sendero Pacific Crest, desarrollando un concepto llamado el Camino John Muir (JMT, por sus siglas en inglés) para crear conciencia sobre el mundo natural, junto con Teddy Roosevelt, el presidente de los Estados Unidos en ese momento. Estas caminatas llevaron al establecimiento del Parque Nacional Yosemite –el segundo de su tipo en la historia, después de Yellowstone– y comenzaron el movimiento de parques nacionales a escala mundial. Ciento veinte años después, el Camino John Muir (JMT) y su extensión, el Pacific Crest Trail (PCT), están integrados en un sistema nacional de senderos peatonales que combina naturaleza con infraestructura moderna. Caminantes, meditadores y escritores pueden acceder al sendero por un día, un fin de semana o durante meses, entrelazando este corredor natural con servicios contemporáneos a lo largo de todo su recorrido.

A la derecha: El PCT en rojo, entrelazado con la moderna infraestructura de transporte en un mapa al estilo del metro común.

Teddy Roosevelt (izquierda) y John Muir, con vistas al valle de Yosemite en 1903. Fotografía: Ansel Adams

El oeste de los Estados Unidos ha conectado este corredor natural con infraestructura moderna solo durante el último siglo, mientras que el Perú siempre entrelazó sus antiguos caminos en el tejido social, haciéndolos aún más vitales para preservar estas vías culturales, particularmente en lugares como Áncash, donde aún sobreviven caminos empedrados de 10 metros de ancho del imperio inca. No hay mejor lugar para establecer —o resucitar— un sendero de larga distancia que combine patrimonio cultural y natural con turismo moderno. Áncash, con sus caminos bien preservados, su biodiversidad y su rica historia, es el perfecto punto de partida.

El futuro del turismo en el Perú, como se demuestra claramente en Cusco y Machu Picchu, se basa en la resurrección y mantenimiento de su pasado. Ya sea que lo llames La Gran Ruta Inca o El Gran Camino Inca (GCI) o el Qhapaq Ñan, Áncash debe establecerse como un destino esencial para los viajeros que buscan experimentar los caminos incaicos.

El Gran Camino Inca serpentea hacia el norte en dirección a Huánuco Pampa.                                      Fotografía: Christian Declercq


Sobre el autor:

Nick Stanziano es el Director Ejecutivo de QN Travel Perú.

Originario de California y nacionalizado peruano desde hace una década, se mueve entre dos mundos. Nick es licenciado en Negocios Globales por la Universidad de California y tiene un MBA transglobal por el Saint Mary's College de California. Nick cree de todo corazón que el turismo tiene el potencial de aportar ingresos dignos a las personas olvidadas de Sudamérica y del mundo.

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